INTRODUCCIÓN
La cacería, la práctica
de tiro al blanco o el entrenamiento militar son algunas de las actividades que
generan exposición permanente o esporádica a ruido impulsivo que puede llegar a
una intensidad de 165 decibeles o más, intensidad muy peligrosa para la
audición.
Un estudio polaco
en el que participaron 18 cazadores, con una media de edad de 46,2 años
respectivamente, descubrió que un elevado 72,2 % de los cazadores padecía
pérdida auditiva. Sólo el 11,1 % tenía una audición completamente normal, y el
restante 16,7 % tenía una audición normal únicamente en el oído más alejado de
la escopeta. Un estudio similar reveló que el riesgo de sufrir daños en la
capacidad auditiva aumenta en un 7 % por cada cinco años de práctica de caza.
Se halló una tendencia similar entre quienes practican tiro al blanco.

Armas de fuego y daño auditivo
Se ha establecido que
cualquier sonido con intensidad mayor a 85 dB puede dañar el oído. Sobre 115 dB siempre hay daño, incluso si el tiempo de exposición es corto.
Dentro del
espectro sonoro, los
sonidos agudos, prácticamente
inexistentes en la
naturaleza y creados
por el hombre,
son más nocivos
para la audición que
los sonidos graves, para
los cuales el
oído tiene mayor
protección. El ritmo
con el cual
se producen los
ruidos también reviste
importancia: son más
nocivos los que
tienen un ritmo discontinuo.
El
ruido impulsivo de las armas de fuego podría ser considerado entonces como muy
peligroso para la audición, pues alcanza intensidades que van de los 132 dB a
los 165 dB, y además presenta un aumento de presión sonora de muy rápido
comienzo y de muy corta duración, lo que impide que los mecanismos protectores
del oído puedan actuar. La detonación de armas utilizadas por personal policial,
por ejemplo, tiene un tiempo de acción de cada disparo de 50 milisegundos, su
nivel de intensidad oscila en los 150 dB (para el tirador) y el nivel sonoro
continuo equivalente en los lugares de práctica de tiro oscila en los 105 dB.
En clínica, la
lesión transitoria o permanente del aparato auditivo por exposición a ruido se conoce como trauma o
traumatismo acústico. El trauma acústico se puede clasificar, según el
tiempo de exposición al ruido, en: trauma acústico agudo (TAA) y trauma
acústico crónico.
Traumatismo acústico agudo (TAA) por armas de fuego
Corresponde a la alteración de la audición que ocurre
como resultado de la exposición a ruidos de tipo impulsivo constituido por un solo impacto o bien una serie de impulsos repetidos separados por lapsos de igual o diferente duración, que puede ser transitorio o permanente según el tiempo y grado de exposición, uni o
bilateral y afectar la porción neurosensorial y/o conductiva del oído. Lo más
frecuente es que ocurra en accidentes militares y de trabajo.
Signos y síntomas
- Hipoacusia (sordera) sensorioneural uni o bilateral asimétrica, generalmente mayor en el oído izquierdo por la posición de la cabeza al tomar una escopeta o similar, con caída del umbral audiométrico o escotadura en la frecuencia de 4000 Hz. Puede ser transitoria con recuperación total de la audición o dejar secuelas.
- Hipoacusia mixta uni o bilateral cuando esta asociado a un componente conductivo, es decir, cuando afecta además al oído medio por perforación timpánica y/o luxación o fractura de la cadena oscicular (martillo, yunque y estribo).
- Tinnitus o
acúfenos (zumbido en los oídos) de alta frecuencia.
Patogenia
El
oído interno es incapaz de resistir una exposición sonora intensa, como el
ruido provocado por las armas de fuego, sin sufrir una lesión del órgano de
Corti, específicamente de los receptores auditivos (células ciliadas)
que allí se encuentran.
El reflejo acústico, que protege las
estructuras internas del oído, se inicia cuando se somete al oído a un ruido 70
dB sobre el umbral de audición normal, provocando que los músculos del oído
medio se contraigan y tensionen la cadena osicular (martillo, yunque y estribo) y la membrana timpánica, lo
que hace resistente al oído medio al paso del sonido. Pero su inicio se retarda
25 a 150 mseg., dependiendo de la intensidad del sonido, lo que lleva a que el
ruido de un disparo penetre en la cóclea antes que se active el reflejo
acústico.
El daño auditivo es el resultado del traumatismo que sufre el epitelio sensorial del
caracol o cóclea. El mayor daño se produce en la base de este órgano,
específicamente en la región frente a la ventana redonda, y por tanto más expuesta, que corresponde a los
receptores de frecuencias agudas (4, 6 y 8 khz), aunque esto no significa que,
si la exposición a ruido continúa, no se afecten las frecuencias de la zona de
la palabra (500, 1000 y 2000 hz)
El
oído medio también puede sufrir daño por ruido. La membrana timpánica se puede
perforar, generalmente en su cuadrante anteroinferior. Respecto a los huecesillos,
el gran movimiento que genera la energía sonora puede generar rotaciones y
posiciones extremas determinando ruptura de los ligamentos, fracturas e
imposibilidad de retornar a su normal posición.
Trama acústico crónico por armas de fuego
El trauma acústico crónico, a diferencia del TAA, es el daño auditivo permanente producido por estímulos sonoros, generalmente de menor intensidad, pero de duración más prolongada. Este tipo de lesión es irreversible y se asocia a quienes han estado expuestos por años a altos niveles de ruido permanente sin protección adecuada, por ejemplo en actividades de tiro o cacería.
Signos y síntomas
- Hipoacusia sensorioneural generalmente bilateral simétrica de perfil descendente en el audiograma, es decir con mayor afectación de las frecuencias agudas, comenzando con la frecuencia de 4000 Hz y afectando luego 6000 Hz y 8000 Hz y finalmente las frecuencias medias y graves. Esto se traduce en que la persona escucha pero no entiende lo que le dicen, principalmente cuando su interlocutor tiene una voz aguda.
- Tinnitus o acúfenos (zumbido en los oídos) de alta frecuencia.
Patogenia
Lesión progresiva del órgano de Corti, específicamente de las células ciliadas externas por exposición prolongada a ruidos de 85 dB o más sin el uso de protectores auditivos adecuados.
A nivel histológico, se afecta primeramente la hilera externa de las células ciliadas externas ubicadas frente a la ventana redonda, y por tanto anatómicamente más expuestas al ruido, que codifican la frecuencia de 4000 Hz, con pérdida de cilios, kinocilios y finalmente degeneración celular completa. El daño luego se extiende a las otras hileras de células ciliadas externas y finalmente alcanza a las células ciliadas internas con involución de las terminaciones nerviosas por falta de estimulación.
Trauma acústico por explosiones
Las explosiones y detonaciones forman un grupo aparte, pero las quise anexar pues a causa de la gran energía física que generan, también dan lugar a lesiones evidentes del oído medio e interno, aunque su patogenia es un poca distinta a aquellas causadas por disparos de armas de fuego.
Patogenia
El daño es evidentemente mayor y se establece en fracciones de segundo mediante un doble mecanismo:
a) La onda expansiva ejerce una compresión brusca del tímpano y los huesecillos.
b) Una onda de aspiración de doble duración que la anterior ejerce un efecto de succión. Durante la primera fase predominan las lesiones del oído medio, y durante la segunda, las del oído interno.
Signos y síntomas
- Otodinia intensa (dolor de oídos)
- Otorragia (homorragia de oídos)
- Otorraquia (salida de líquido cefalorraquideo por el conducto auditivo externo)
- Acúfenos o tinnitus (zumbidos o ruidos de oído)
- Hipoacusia (sordera) mixta bilateral de grado variable.
- Vértigo (sensación de giro del cuerpo o del ambiente).
- Otorragia (homorragia de oídos)
- Otorraquia (salida de líquido cefalorraquideo por el conducto auditivo externo)
- Acúfenos o tinnitus (zumbidos o ruidos de oído)
- Hipoacusia (sordera) mixta bilateral de grado variable.
- Vértigo (sensación de giro del cuerpo o del ambiente).
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
La pérdida de audición por
exposición a ruido puede evitarse:
- Limitando la
exposición al ruido intenso.
- Reduciendo el
nivel de ruido siempre que sea posible (usando protectores de oído, como
tapones de plástico que se colocan en los canales auditivos o bien almohadillas
llenas de glicerina que cubren las orejas)
- Permaneciendo
alejado de las fuentes de ruido. Cuanto más fuerte es el ruido, menos tiempo
debería pasarse cerca de él.
- Educar a la población sobre
los riesgos de profesiones y aficiones potencialmente peligrosas para el órgano
de la audición.
No
existe un tratamiento completamente eficaz, especialmente cuando el daño es de tipo
irreversible. La clave está en la prevención. Se puede
administrar algún fármaco que alivie el dolor, pero esto no mejorará el umbral
de audición del afectado. La cirugía reconstructiva y el uso de audioprótesis quedarán a criterio del medico otorrinolaringólogo.
CONCLUSIÓN
Al
contrario de lo que se piensa, no tenemos la capacidad de fortalecer nuestros
oídos para que soporten altos niveles de ruido. Si alguien piensa que tolera
mejor los ruidos, previa exposición a ellos, está muy equivocado. Lo más
probable es que ya tenga una pérdida auditiva irreversible.
El ruido produce lesiones a nivel de oído medio e interno que se traducen en un descenso del nivel de audición, presencia permanente
de ruidos molestos y dolor de oídos, entre otros.
Lamentablemente,
muchas personas no son conscientes de la importancia de cuidar la audición, y se
exponen de forma irresponsable a niveles de ruido que representan un peligro
para su salud.
Licenciada Vanessa Uribe Vargas
Tecnólogo Médico con especialidad en otorrinolaringología
Universidad Austral de Chile.
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