La rinitis
atrófica, constituye una enfermedad con caracteres evolutivos y
sintomáticos bien diferenciados, en la que se produce un
proceso degenerativo en la mucosa nasal, con transformación del epitelio
respiratorio a escamoso queratinizado. La atrofia de la
mucosa puede ser simple u ocenosa (costrosa).
1.- RINITIS
ATRÓFICA OCENOSA

Patogenia.
No está
definitivamente aclarada, por lo que aún existen diversas teorías que tratan de
explicarlas.
Teorías de origen endógeno.
a)
Teorías
anatómicas: Zaufald sostiene que la
ocena es el resultado de una disposición congénita de las fosas nasales, que se
acentúa durante la pubertad y que conduce a una detención del desarrollo de los
cornetes y modificaciones en la mucosa.
b)
Teorías
fisiológicas: La enfermedad comienza en
la infancia (Fox) por un estado de rinitis hipertrófica, que más tarde
conduciría a la atrofia de la mucosa.
c)
Teorías
patológicas: La lesión radica en una
afección que implica al sistema óseo, al epitelio glandular o al sistema
nervioso.
Teorías de origen exógeno: Los
autores que sostienen este grupo de teorías indican como primordial en la ocena
la existencia de una supuración, y opinan que se trata de una enfermedad
trasmitida por gérmenes específicos o por microbios comunes de la supuración.
Otros la consideran como una manifestación de heredosífilis o de tuberculosis. Actualmente, se considera que son
tres los microorganismos que actúan en la ocena: el Coccobacillu feotidis
ozenae de Pérez, el Bacterium ozenae de Lewenberg, y el Bacilo
seudodiftérico de Belfanti.
Anatomía
patológica.
La lesión predominante en la ocena es la atrofia,
que afecta no solo a la mucosa pituitaria, sino también al tejido óseo
subyacente y al de los cornetes. En la mucosa nasal se observa constantemente
un proceso de metaplasia, que convierte al tejido cilíndrico ciliado normal en
un epitelio pavimentoso estratificado, con fibrogénesis del corion que conduce a la atrofia considerable y
desaparición de sus elementos
glandulares. En el esqueleto de los cornetes y del tejido óseo circunvecino, las
lesiones más comunes son las de osteítis rarefaciente y osteítis fibrosa, hay
en ellas resorción de la sustancia ósea y formación de cavidades denominadas
lagunas de Howship.
Sintomatología.
La ocena tiene una evolución sumamente insidiosa, por
lo que el paciente consulta en estadios bastantes avanzados.
Clínicamente se distinguen dos períodos: el periodo infantil preocenoso
(durante el cual puede pasar inadvertida) y el período de estado. El primero o rinitis
hipertrófica ocenosa, se distingue por la rinorrea abundante purulenta y
persistente. Esta rinitis tiene como característica su rebeldía a los
tratamientos habituales; más tarde las secreciones comienzan a ser fétidas
hasta llegar a concretarse en costras verdosas o grises.
En su período de
estado se distinguen varios síntomas. La fetidez es característica y se
debe a la descomposición de las secreciones nasales por acción de la flora
proteolítica. El paciente no la percibe
totalmente porque hay cierto grado de atrofia en sus elementos sensoriales o
una fatiga de éstos frente a una excitación olfativa tan prolongada. La
formación de costras amarilloverdosas constituye otro síntoma de importancia; son
la causa principal de la fetidez permanente. La cefalea suele ser frecuente;
radica casi siempre en la región de los senos frontales. La obstrucción nasal
es importante en estos enfermos; pese a la amplitud de sus cavidades, se quejan
de dificultad respiratoria. En realidad, se trata de un trastorno puramente
subjetivo provocado por la disminución de la presión del aire inspirado y la
insensibilidad de la mucosa. Finalmente, la hiposmia es otro de los síntomas de
esta enfermedad, y, aunque la perdida total del olfato o anosmia es rara –como lo prueba
la persistencia del gusto-, el olfato está disminuido en grado variable.
Diagnóstico.
En su
periodo inicial, la enfermedad pasa casi siempre inadvertida, oculta por los
síntomas de una rinitis mucopurulenta trivial. Por ello se aconseja pensar en
la posibilidad de su existencia en los casos de rinitis mucopurulenta
hipertróficas que se prolongan más de lo corriente o que aparecen en niños de 8 a 15 años.
En el período
de estado, el diagnóstico es más fácil,
especialmente si se presentan los síntomas característicos: fetidez, costras y
atrofia de la mucosa.
Es necesario diferenciar la ocena de
otras afecciones con las cuales puede confundirse; la distinguiremos de la sífilis nasal, particularmente en los casos
de formas ulceradas, en las cuales hay gran fetidez por la presencia de
granulaciones, úlceras y secuestros óseos, reconocibles estos últimos mediante
el tacto con el estilete y su localización en el tabique o en el piso de las
fosas nasales.
La supuración de la sinusitis es
distinta: más diluida, no hay costras y se localiza en el meato medio y a veces
en el inferior. Los antecedentes clínicos del enfermo, el examen radiológico y
la punción permitirán aclarar el diagnóstico.
Tratamiento.
Los tratamientos
más recomendables son:
- Antibioticos
de amplio espectro en los períodos de mayor contaminación.
- Lavados nasales diarios con solución salina para eliminar las costras.
Complicaciones.
La ocena no
queda localizada solamente en las fosas nasales, sino que puede extenderse
hacia el cavum, la faringe y la laringe, y llegar a la tráquea y a los
bronquios. Las vías lagrimales también pueden estar afectadas. El aparato
auditivo tampoco escapa a esta afección; se admite que la mucosa timpánica puede
sufrir un proceso ocenoso (Lannois). Las lesiones más frecuentes son:
obstrucción tubaria aguda o crónica; timpanosclerosis y otitis medias agudas y
crónicas.
Pronóstico.
La ocena
evoluciona lentamente y presenta en ciertas épocas de la vida, agravaciones
relacionadas con la actividad glandular: pubertad, menstruación, embarazo y
lactancia. El pronóstico es naturalmente desfavorable; no obstante, pueden
existir mejorías, sobre todo durante la menopausia.
2.- RINITIS
ATRÓFICA SIMPLE
Existen varias
afecciones inflamatorias de la mucosa nasal que en el período final causan
atrofia acentuada y que pueden confundirse con la ocena. Por ejemplo, las
rinitis infecciosas gripales, escarlatinosas o diftéricas, al actuar muy
intensamente sobre la mucosa nasal, provocan su atrofia. Las lesiones
importantes consecutivas a la perdida de sustancias originadas por procesos
sifilíticos, tuberculosos o leishmaniásicos ocasionan en su período final una
atrofia intensa de la mucosa, seguida del agrandamiento de las fosas nasales.
Las intervenciones quirúrgicas
efectuadas para corregir una insuficiencia respiratoria, la resección submucosa
del tabique, la turbinectomía, las operaciones practicadas en los senos
paranasales y otras cirugías que alteran significativamente la arquitectura
nasal, también pueden ocasionar una lesión atrófica, denominada por algunos
autores ocena quirúrgica.
El diagnóstico diferencial, de estas rinitis con la ocena es
relativamente fácil; la ausencia de fetidez y el olfato conservado permitirán
distinguirlas.
El tratamiento sintomático es
igual que el de la ocena y, por cierto, se practicará además del tratamiento de
la enfermedad causal.
Licenciada Vanessa Uribe Vargas
Tecnólogo Médico con especialidad en otorrinolaringología
Universidad Austral de Chile.